Si miran al cielo nocturno, verán el espacio infinito salpicado de pequeños puntos luminosos. Un remanso de paz en las alturas. Pero esa serena imagen es una gran mentira. La Tierra está inmersa en un entorno hostil, a merced de las grandes fuerzas cósmicas. A su alrededor explotan estrellas, colisionan galaxias enteras y agujeros negros devoran cuanto encuentran a su paso.
El libro La Muerte llega desde el cielo. 'Así terminará el mundo' (editorial Robinbook) explica que la destrucción de la Tierra es cuestión de tiempo. El volumen presenta una decena de aterradores escenarios y relata con lenguaje riguroso y divulgativo qué probabilidad hay de que se hagan realidad, cómo afectarían a la vida en la Tierra y si podemos hacer algo por evitarlos.
El autor es el astrónomo Philip Plait, que ha trabajado siete años en la NASA, y otros tantos como profesor. Es el creador del reconocido blog Bad Astronomy, cuyo propósito principal es refutar cuestiones como la astrología, el creacionismo o la conspiración lunar.
Meteoritos
El impacto de un meteorito de grandes dimensiones sobre la Tierra hace 65 millones de años acabó con los que eran los reyes y señores del planeta, los dinosaurios. La historia puede repetirse. Y en esta ocasión se extinguiría la raza humana.
Tal y como sentencia el libro, "la Tierra se halla situada en una galería de tiro cósmica y el Universo nos tiene en su punto de mira". El golpe de uno de estos proyectiles no sólo afectaría a la zona donde cayera. En ese punto nacería una gigantesca onda sonora que daría varias vueltas al planeta, llevándose por delante todo aquello que encontrara.
El asteroide Apofis, de 250 metros de diámetro, es una de las rocas extraterrestres que más posibilidades tiene de golpear la Tierra. La fecha de impacto: 13 de abril de 2029. La catástrofe podría evitarse lanzando una bomba a unos cientos de metros de distancia del asteroide. Esto desviaría su trayectoria.
Agujeros negros
Nacen de la muerte de una estrella, concentran muchísima masa en un volumen muy pequeño y su fuerza de atracción gravitatoria es gigantesca. Son, en definitiva, pozos sin fondo que devoran todo aquello que encuentran a su paso. En la Vía Láctea se estima que hay diez millones de agujeros negros. Si uno se aproximara la Tierra lo suficiente como para hacer daño, lo primero que notaríamos los ciudadanos de a pie serían alteraciones en las mareas por el efecto gravitatorio.
Al principio serían sutiles, pero terminarían siendo tan brutales que causarían inundaciones y tsunamis. En un momento dado, la gravedad del agujero y la de la Tierra se habrían igualado y empezaríamos a flotar. Es un respiro dentro de tanto caos, pero quizá el miedo no nos dejaría disfrutar de la extraña experiencia. Una hora más tarde, la gravedad del agujero negro superaría la de nuestro planeta con creces y lo engulliría. Este sería el fin de la humanidad. El fin del planeta Tierra.
Gente con gusto
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